LA DONCELLA DE ARENA Poem by Orietta Lozano

LA DONCELLA DE ARENA

A Berenice
Habla del fuego
como si se tratara del agua,
oculta su rostro
en la ceniza de los fuegos,
en la máscara del aire,
desdibuja con su mirada oblicua
la tierra que le fue otorgada.
Las mensajeras no duermen,
mientras sueñan
con alguien de su membresía,
piedra de azufre, doncella de piedra, piedra pagana.

Suspende su sueño,
en el columpio de la nada,
es el témpano de hielo,
es un virus,
cercana a los espejos,
a las flechas de obsidiana,
al crepúsculo, al ocaso,
con la turbulencia y la fe,
de los que suplican un milagro,
espera el juguete despiadado ,
en la húmeda oquedad de los abismos,
las agujas del recuerdo,
cruzan el tiempo del estigma
y de la espera,
piedra perdida, doncella de piedra, piedra callada.

Sentencia el agua,
que emerge del pozo
como inmemorial anfibio
y ofrece el canto sin retorno
al denso reflejo de la noche.
Configura el tiempo primigenio,
la tibia cueva,
los bufidos del ocaso,
el primer latido, el primer regreso,
el primer salto contra marea y viento.
La belleza toca la campana
y la hace llegar hasta el peligro,
sentada en el crepúsculo,
dormida bajo un árbol desolado,
siente la malegría, la felizgoría,
el plarror, la malinconía,
lengua críptica,
feliz manía de subir al tren,
estupor de perro hambriento,
flor petrificada, radiante de tristeza,
piedra bastarda, doncella de piedra, piedra de estaño.

Yace solitaria en la noche de los lápices,
ovillada entre cortinas milenarias,
contemplando buitres en el monasterio;
el tiempo es un abismo, es un círculo,
un cristal tornasolado,
el alto monte de la espera.
Noche errática
retén su incipiente balbuceo,
la memoria de la hormiga,
el cortejo de la mirada y de la hebilla,
el rapto de una visión de ciervos hechizados,
el caos precoz
y la lengua del silencio
que se adhirió a su estirpe,
piedra de plomo, doncella de piedra, piedra sombría.

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