Que la entraña profunda de la Tierra
Permanezca un tiempo en paz
Que no haya rebelión en el subsuelo
Pero sí en las seriedades
En las selvas, en los mares
En las voces, los maizales
Y en mis manos por tu faz
Que las nubes productoras de tormentas
Se nos dejen agarrar
Y sus cuerpos azules, luminosos
Sean la altura para el sorgo
Abundancia de mazorcas
Frescor de peces lacustres
Y un beso en nuestra ciudad
Nuestra ciudad
Nuestra ciudad
Que tu ausencia nunca sea definitiva
Que en su transitoriedad
Fecunde cada vez nuevos anhelos
En tus ojos por mis ojos
En mis labios por tus labios
En tu sed por mi palabra
Y en mi prisa
Y en mi prisa
Y en mi prisa por tu andar
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