Acércate, chiquilla, pon tus manos
en mis piernas.
Aquí, aquí en el campo,
aún palpita
la eternidad.
Aquí no piensas, sino vas pensando,
y el pulso en tus venas tarda más,
cual si el corazón te fuera exterior,
latiendo muy adentro de la gleba.
Aquí la paz te cura el anhelo de salvación,
y el légamo heridas en los pies.
Mira, el sol se ha bajado.
El alma de la aldea aletea en nós,
cual tierno perfume de heno,
cual humo de humildes cabañas,
cual cabritos brincando sobre altas tumbas.
Luciano Blaga,1924
(Traducido por Paul Abucean)
This poem has not been translated into any other language yet.
I would like to translate this poem