Que lindo es amar,
y no olvidar,
que la luna sigue viva,
alimentando el seno de nuestras angustias,
cuando la vida nos deja a solas.
Y aun en esta madrugada,
endulzo mis labios con tus recuerdos,
sosiego los besos que haz dejado,
sobre mi rugosa cara de terciopelo.
De pronto la noche seguia,
profunda en su vasto celestial,
ni las estrellas jugaban este interlunio,
con las perlas que adornan el fondo del mar.
Finalmente comprendi,
de una ave que me aguijoneaba,
hechar la vista al horizonte,
hacia los puertos de la china batiente.
Descansando sobre las rocas,
que adornaban nuestra costa,
levante los brazos hacia el Marco Polo del oriente.
Concurriendo con el tiempo,
los duelos me llevo,
hacia las embarcaciones de velo de ese gran Imán.
A isla negra sobre hombros la marea llevo,
a este marinero de letras,
que con corazon escribio,
A Neruda en su Chascona,
Y a Dario en su Huerta,
Las ultimas palabras que Ahab hablo.
Pasado los años a este dique llegue,
viviendo en la dársena viudo quede,
sin barcos,
sin marineros,
atolondrado respire,
chillos de gaviota,
ahogado en graznos,
del cuervo que me
acompaña en este destello de amor.
Las nubes se abren y los rayos revelan,
La luna preñada de flecas solares,
Su rostro regado en este muelle de guerra,
dando la bienvenida a la primavera.
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